Cualquier padre o madre sabe con una certeza absoluta de que la frase hecha «dormir como un bebé» es mentira. Los recién nacidos duermen profundamente y muchos ratos es su estado, pero los despertares nocturnos son también muy habituales. Y así también es como surgen los millones de métodos para conseguir que los bebés duerma todos la noche, pero que de todos debemos dudar su eficacia.

Hoy quiero hablar de la melatonina y su relación con la lactancia.

La melatonina

La melatonina es una hormona secretada por una glándula situada en el cerebro llamada glándula pineal. Tiene muchas funciones en nuestro cuerpo, pero la más conocida es la regulación del sueño. En el caso de los adultos, se va secretando durante la noche para inducir el sueño y se ve influenciada por la exposición a la luz.

En el caso de los recién nacidos, no existe secreción de melatonina por la glándula pineal hasta los 2-3 meses después del nacimiento. Entonces, deben recibir la melatonina a través de la leche materna.

La leche materna

La OMS recomienda la lactancia materna por un desarrollo neonatal e infantil óptimo. La composición de la leche materna se estudia para intentar imitarla y poder desarrollar una leche de fórmula que se asimile al máximo, pero no se consigue. El motivo es porque la leche materna va cambiando significativamente a lo largo del día y de las necesidades del bebé.

Una de las moléculas que va cambiando es la cantidad de melatonina. Se ha observado que durante la noche la concentración de melatonina puede alcanzar niveles muy altos y, en cambio, durante el día las cantidades son indetectables. Esto sugiere que la fluctuación de la melatonina en la leche materna es la forma para indicar a los bebés la hora del día e ir creando poco a poco un ritmo sueño-víspera, el ritmo cricadiano tan necesario en la vida adulta. Un estudio observó que los bebés alimentados con leche materna tenían una mejora en el sueño nocturno con un sonido más prolongado y menos fragmentados, así como menor incidencia de cólicos, frente a bebés alimentados con leche de fórmula.

Además, se ha observado que existe mayor concentración de melatonina en el calostro y que va disminuyendo durante el primer mes después del nacimiento.

A pesar de esta maravilla biológica, se reconoce que existen factores de riesgo que pueden alterar esta concentración de melatonina en la leche materna y que afecten al bebé. Algunos ejemplos son la edad materna, los hábitos alimenticios, sufrir una mastitis, el trabajo a turnos, la exposición a luz brillante durante la lactancia nocturna… Algunos factores que podemos modificar y otros intrínsecos o puntuales.

Conclusión

Ya sabemos que la leche materna es fantástica, pero lo más admirable es cómo el cuerpo de la mujer es capaz de crear una sustancia así y que, además, vaya variando en función de las necesidades del bebé. Puede entenderse, entonces, que no haya ninguna leche de fórmula que sea comparable.

Sin embargo, no me gustaría que ninguna madre se sintiera mal para dar leche de fórmula al leer el post, pero sí le ayude a entender por qué su hijo o hija le cuesta un poco más dormirse, sobre todo en los primeros meses cuando la glándula pineal no funciona al 100%.

Marta Seguí
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