La palabra histerectomía procede del griego: hystera que significa útero y ektomía que significa extirpación. Entonces la histerectomía es la cirugía para extirpar el útero.
Actualmente se realizan en Reino Unido unas 100.000 cada año y en Estados Unidos unas 590.000. Por suerte, el 90% son por causas benignas como por ejemplo fibromas que provocan sangrados anormales, prolapso uterino, miomas uterinos o adenomiosis (cuando el tejido que forma la regla se desarrolla en la pared muscular del útero).
La histerectomía puede ser total, es decir, la extirpación de todo el útero, o subtotal que significa que sólo se extirpa el cuerpo uterino y se conserva el cuello. La decisión de uno u otro tipo de histerectomía depende del motivo de la intervención y del criterio médico.
La gran discusión científica es el método de realizar esta histerectomía. Existen tres formas de extraer el útero: por laparoscopia, por vagina o por abdomen. Iremos a diferenciar cada una de ellas.
En una revisión de una revista importante concluyeron que la histerectomía vaginal es la más frecuente y la que tiene una recuperación más rápida y menos episodios febriles en el postoperatorio. Sin embargo, si la histerectomía vaginal no es posible la mejor segunda opción es la laparoscopia aunque el tiempo de operación es más largo y hay mayor posibilidad de lesiones en el tracto urinario.
La primera reflexión que me gustaría hacer es la importancia de despedirse del órgano. A partir de la séptima semana de gestación se empiezan a diferenciar los órganos sexuales, es decir, a partir de ese momento el útero formado parte del cuerpo de aquella bebé. Un órgano que estará dormido hasta la adolescencia. Con la primera menstruación le tendremos presente al menos una vez al mes, pensaremos en él sea por la incomodidad de tener que ir al baño más veces para cambiarnos el método que utilizamos o por si hay dolor (lo que no es normal). La conexión llegará a su extremo con el embarazo y el parto en el que realmente se ve el potencial de un órgano tan mágico como es el útero.
La segunda reflexión que quiero hacer es la observación del útero como órgano vacío con grandes capacidades. La posibilidad de crear: crear un tejido que se descamará cada mes si no existe la fecundación o crear una persona a partir de dos células. También tiene la capacidad de guardar: guardar a aquella criatura que ha creado y alimentarla para que crezca, pero también de guardar emociones no expresadas.
Con estas dos reflexiones presentes, creo que la histerectomía no es normal la pérdida de la matriz por una mujer. Es la pérdida de lo que le ha recordado y la ha construido como mujer. Entonces, mi recomendación es despedido de ese órgano con un ritual íntimo y personalizado como lo haríamos de una persona querida o de un espacio familiar.