Me paso casi todo el día hablando de la importancia de la faja abdominal para ayudar a mejorar las pérdidas de orina o realizar correctamente un ejercicio físico. En esta entrada quiero hablar de los cambios que se producen en la faja abdominal durante el embarazo.
Ante todo hacemos un recordatorio anatómico. La faja abdominal está formada por la sobreposición de diferentes músculos: rectos del abdomen, oblicuo externos, oblicuo internos y transverso del abdomen, con especial colaboración de la fascia toracolumbar por la parte trasera y la línea alba por la parte delantera. Los músculos más superficiales participan más activamente en el movimiento; en cambio, los músculos más profundos ayudan más a la estabilización del cuerpo. En el caso del abdomen, los músculos más profundos también desempeñan una función muy importante: sostener y amortizar las presiones intraabdominales.
Cuando una mujer se queda embarazada, el útero va creciendo lentamente para permitir el desarrollo de la criatura que se está gestando en su interior. Las normas habituales del cuerpo se modifican: los órganos se desplazan, el sistema inmunitario se inhibe y, también, la faja abdominal se desconecta.
Cuando hablamos de la faja abdominal desconectada, o incompetente, nos referimos a ese abdomen que cuando se realiza una presión, como por ejemplo una tos, se deforma. La incompetencia se debe a que la musculatura no consigue activarse para sostener el esfuerzo que se ha realizado internamente. Esto sucede durante el embarazo de forma fisiológica, es decir sin que la mujer pueda evitarlo porque la prioridad es el bebé. Además, las hormonas del embarazo, como la relaxina, incrementan la desconexión de la faja abdominal otorgando efectos de relajación.
La priorización del cuerpo y las hormonas son dos de los motivos por los que el abdomen se desconecta durante el embarazo, pero también debemos hablar de la diástasis y del suelo pélvico.
Lo importante es entender lo que está sucediendo en el cuerpo cuando una mujer está embarazada y que justifique los síntomas que se pueden producir.
Y el segundo es activar, así de simple y fácil. La conciencia corporal ayuda a realizar lo que el cuerpo en ese momento no está haciendo. La activación de la faja abdominal nos permite carecer de síntomas urinarios, mejorar la postura, evitar el dolor lumbar, etc.
Tener un abdomen suficientemente tonificante puede ser ayuda para vivir un buen embarazo.