La maternidad es la mayor expresión de entrega. Empieza durante la gestación donde el cuerpo prioriza el desarrollo del bebé por encima de la salud de la madre, y continúa con la alteración del estado de conciencia que se produce durante el parto, los primeros meses de vida y la lactancia. La especie humana nace muy inmadura para asegurar la supervivencia en el parto y propone un trimestre más fuera del útero. Durante estos meses será imprescindible seguir cubriendo todas las necesidades del bebé: alimento, protección, higiene, temperatura, seguridad, vínculo… Y de ese vínculo, de ese amor incondicional es de lo que me gustaría hablar.
Cada animal tiene su hábitat y el del bebé es la piel de su madre. La sensación de seguridad que obtiene el niño al estar en brazos de su madre, padre o cuidador/a es la base sobre la que crece todo el desarrollo emocional del bebé.
En un estudio científico sobre el efecto de la piel con piel, hablan de cómo el contacto físico prolongado entre la madre y el bebé tiene efectos positivos. En el caso de los bebés provoca una mejora en la organización del sueño, la regulación de la temperatura y la frecuencia cardíaca, una disminución del llanto y los cólicos, un desarrollo socioemocional más organizado, un vínculo de mayor calidad y un incremento de las oportunidades de desarrollar el habla. En el caso de las madres, se veía una mejora en la sintomatología depresiva, en la regulación del estrés, en la lactancia materna y en la interacción con su hijo.
Si vamos al origen del contacto piel con piel, sabemos que está presente desde hace más de 4 millones de años. Cuando nos pusimos en bipedestación, la posibilidad de transportar a las crías en la espalda en la posición en horizontal desapareció. En ese momento se desarrollaron unos reflejos y comportamientos cooperativos en los bebés que se fueron transmitiendo a través de los años. Existe la hipótesis de que el transporte podría haber participado en la evolución de los homínidos, contribuyendo a la destreza de la mano, la adquisición del lenguaje y las interacciones sociales.
El porteo es la forma de mantener este contacto piel con piel y permitir el desplazamiento, pero es importante cuidarlo. Cuando la mujer comienza a portear coincide en el momento en que existe mayor inestabilidad por las adaptaciones posturales que se han producido durante el embarazo y menor tonicidad muscular en la zona abdominal y pélvica.
Los aspectos más importantes en el porteo son:
Sin embargo, siempre será recomendable buscar la supervisión de un profesional si aparece alguna molestia al portear.